UNA CRÍTICA CLASISTA AL CONCEPTO Y DISCURSO DE LA SOCIEDAD CIVIL
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POR JAN LUST
1. LA SOCIEDAD CIVIL Y LA REALIDAD DE LA CLASE El concepto de la sociedad civil se incrusta dentro de un discurso que elimina la clase como el fundamento de la sociedad, como la unidad elemental para el análisis del desarrollo de la sociedad capitalista y como la clave para la transformación social hacia una sociedad basada socialista. Por haber "eliminado" la clase de la sociedad, el discurso es capaz de concentrar el análisis de, por ejemplo, la desigualdad y la pobreza, en sus apariencias superficiales en lugar de sus causas. Como consecuencia, el discurso erradica la posibilidad de definir las relaciones estratégicas de poder así como los conflictos entre grupos sociales (Portes y Hoffman, 2003: 9) y se transforma en una herramienta política e ideológica para mantener el status quo. De hecho, el discurso de la sociedad civil está orientado a crear armonía entre las diferentes clases sociales (David, 1998/99: 198). La "eliminación" de la clase de la sociedad y de su "eliminación" del análisis social hace que la lógica totalizadora y el poder coercitivo del capitalismo se hagan invisibles. El efecto del discurso de la sociedad civil es que, en vez que se debata el capitalismo en sí, se discute una sociedad fragmentada "sin una estructura de poder global, sin una unidad totalizadora, sin coerciones sistémicas" (Wood, 1990: 65). El discurso de la sociedad civil es de gran utilidad para los intereses del capital. No sólo disfraza los orígenes de la "prosperidad" del capital, sino que también contribuye a mantener la paz entre las clases. El concepto de la sociedad civil contribuye a mantener y profundizar una falsa imagen dentro de las clases y capas sociales oprimidas y explotadas con respecto a los fundamentos de la sociedad capitalista. Mientras que el proceso de la producción capitalista se ha construido de tal forma que se evite que la clase obrera "se transforma" de una clase an sich (en sí mismo) a una clase für sich (por sí mismo) ?el proceso productivo no es sólo técnico, sino también un proceso social "en el que la transformación de las condiciones materiales de la existencia es al mismo tiempo la producción, reproducción, y la transformación de las relaciones sociales entre los productores directos (que participan en el trabajo productivo real) y los que se apropian de su 'producto excedente' (los que controlan los medios de producción)" (Zeitlin, 1980 : 2)?, el concepto de la sociedad civil tiene la intención de crear la percepción de que la sociedad no está estructurada en clases sociales sino solamente compuesta por individuos. De hecho, como David (1998-1999: 201) comenta, la dominación de clase es "no solo ejercido a través de la propiedad de los medios de producción y la coerción política, sino también por la creación de consenso ideológico a través de las instituciones de la sociedad civil." La existencia de diversas clases y fracciones dentro de cada clase hace que la comprensión de la sociedad capitalista es sin duda muy complicada. Sin embargo, como en el discurso de la sociedad civil se ha erradicado la clase, el "problema de la clase" no representa un problema para comprender cabalmente las dinámicas de la sociedad. Confluyendo con el discurso post-marxista, el discurso de la sociedad civil declara que "no hay intereses objetivos de clase" que divide la sociedad ya que "los intereses son puramente subjetivas y cada cultura define las preferencias individuales" (Petras, 1997). Veltmeyer (2000) sostiene que "la base del post-marxismo es un rechazo del concepto que se encuentra en el centro del análisis marxista: clase, definida en términos de la relación de los individuos con los medios de producción en condiciones que son, como Marx ha concebido, 'definitiva y más allá de su voluntad', y que corresponden a las etapas del desarrollo de las fuerzas de producción de la sociedad."
Una revisión de la discusión "antigua" con respecto a la visión estructuralista e instrumentalista del estado es relevante para el debate que debe ser llevado a cabo dentro de la izquierda en relación con el carácter de clase del concepto y discurso de la sociedad civil. En nuestro punto de vista, el estado debería ser contemplado como una relación de poder y de explotación, afectando y reproduciendo la estructura de las relaciones de clase de la sociedad capitalista. Como Adler (1982: 139) sostiene, aunque el estado no crea la explotación "y por lo tanto tampoco puede ser su objetivo", no obstante, "da a esta explotación una forma particular, precisamente, la de la forma jurídica". El proceso de producción y explotación, señala Poulantzas (1976a: 21), es "al mismo tiempo el proceso de la reproducción de las relaciones de dominación y subordinación política e ideológica." Esto significa que la lucha de clases no puede limitarse a la estructura económica y social de la sociedad, pero debe entrar en la arena del estado, o, en términos más generales, también tiene que "entrar" en el nivel de la superestructura. El estado podría ser considerado como relativamente autónomo de la estructura económica y social de la sociedad, pero esta autonomía relativa, como Poulantzas (1986: 140-141) explica, se debe a su relación con las estructuras sociales de la sociedad y no es causado por un cierto poder propio. El discurso de la sociedad civil apunta al desarme de
las clases explotadas y oprimidas. En vez de luchar por el poder propone
la creación de "subsociedades". La apuesta a la fundación
de estas "subsociedades" confirma y profundiza la dominación
de las estructuras de la sociedad "dominante". De esta manera,
el discurso no contribuye a la democratización de la sociedad
como sus partidarios afirman, pero ayuda a prolongar y, por lo tanto,
fortalecer el sistema. Al respecto, Petras (1997) anota que los ataques
anti-históricos y antisociales al estado solo sirven para deasarmar
la posibilidad de "forjar una alternativa eficaz y racional anclada
en las potencialidades creativas de la acción pública". En las últimas dos décadas, la burguesía peruana no sólo fue capaz de implementar un proceso de privatización a gran escala, sino que también fue la fuerza política detrás de los acuerdos de libre comercio que el Perú firmó (y sigue firmando) con una variedad de países. En la actualidad, la burguesía peruana es el principal defensor de los intereses del capital extractivo (transnacional). Ha tenido éxito en evitar un impuesto a las súper ganancias de las corporaciones mineras y está estimulando proyectos de infraestructura que faciliten las actividades del capital extractivo. Estos mismos proyectos se dan, en muchos casos, en forma de Asociaciones Públicos Privados donde, al final, la empresa privada no tiene nada que perder. Es una situación de "ganar o ganar". En resumen, el estado en los países periféricos ejecuta, principalmente, las funciones económicas e ideológicas que son indispensables para la reproducción ampliada del capital (transnacional). Las consecuencias políticas devastadoras del discurso de la sociedad civil para la lucha hacia la transformación social parece ser más que evidente. A medida que el discurso hace hincapié en la existencia de intereses contradictorios entre el estado y la sociedad, crea y propaga la idea de que una reforma del estado, es decir, el estado como un instrumento al servicio de toda la población, es posible. Sin embargo, como Fernández (2003: 265, 274) ?un defensor del discurso de la sociedad civil? afirma claramente: "Una sociedad civilizada vigorosa proporciona a los individuos y los grupos un sentimiento de respeto por el estado y un compromiso positivo [...] Además, la sociedad civil ofrece nuevos miembros para la clase dominante en la formación [...] El fortalecimiento de la sociedad civil democrática está estrechamente relacionado con el fortalecimiento de las instituciones públicas". En otras palabras, según Fernández, la sociedad civil es funcional para el desarrollo y el mantenimiento del estado capitalista. La supuesta separación entre el estado y la sociedad tiene que ver con la forma en que se entiende la estructura de la sociedad. Como el discurso de la sociedad civil contempla la sociedad como compuesta de individuos, una pluralidad de identidades por así decirlo, en lugar de estar estructurada, básicamente, en clases sociales, sus defensores no son capaces de comprender la naturaleza de clase del estado capitalista. En el discurso de la sociedad civil, el estado esta considerado autónomo (ni relativamente autónoma como sostiene Poulantzas) y tiene intereses particulares que se oponen a la "sociedad". Los partidarios del concepto de la sociedad civil apuntan a la función instrumental del estado cuando critican y se movilizan en contra de ello. El "carácter estructuralista" del estado es, por otra parte, una píldora muy difícil de tragar para los defensores de la sociedad civil, ya que destruye el fundamento de su intención, supuestamente, de democratizar la sociedad. Por ejemplo, es mucho más fácil movilizarse para algún tipo de democratización política y obtener ciertos resultados tangibles en lugar de adoptar medidas en favor de la democratización económica ya que esto implicaría un proceso que conlleva a la transformación social. La democratización política del estado no es algo que pueda ser considerada como contrario a los intereses de la fracción de la burguesía en el poder. A pesar de que podría, en el corto plazo, oponer a los intereses económicos de la clase dominante, en el mediano y largo plazo la democratización podría ser "compatible con sus intereses políticos, con su dominación hegemónica" (Poulantzas, 1986: 242). Por esta razón, como Poulantzas (1976c: 27) argumenta, los intereses de las clases dominadas son, en general, solo garantizados por el estado capitalista cuando éstos sean compatibles con los intereses de la clase dominante. Harnecker (1970: 137) comenta que con el fin de preservar su poder económico, en algunos casos la burguesía tiene que "dar" algo de poder político. Estos "procesos" de dar "espacio" a las clases dominadas en el aparato estatal son el resultado dialéctico de la lucha de clases. Los defensores de la sociedad civil tienen la intención de fortalecer las fuerzas democráticas fuera del estado. Mientras que, en definitiva, esto podría contribuir a la democratización de la sociedad, sin embargo, al considerar el estado como un organismo autónomo los "abogados" de la sociedad civil ayudan a mistificar la realidad política y de clase del estado capitalista entre la clase obrera y otras capas sociales explotadas y oprimidas. Por lo tanto, aquellos que se adhieren al discurso de la sociedad civil podrían ser considerados como lacayos del capital ya que intentan, tal vez sin ni siquiera ser consciente de ello, de enmascarar la dictadura de la minoría, el régimen de los propietarios de los medios de producción. En vez de apuntar a una verdadera democratización de la sociedad capitalista, ellos, como argumenta Wood (1990: 79), se rinden ante el capitalismo y sus mistificaciones ideológicas "por un concepto indeterminado de democracia". 3. CONCLUSIONES El discurso de la sociedad civil no sólo es funcional para el capital también es una expresión de la politización de la sociedad (Tejada, 1996: 127). El concepto y el discurso de la sociedad civil son adecuados para los procesos hacia la superación del capitalismo como para su reproducción. La lucha por la democratización política, por ejemplo, podría dar lugar a discusiones con respecto a la democracia y conducir a procesos de democratización económica. Sin embargo, la democratización política reflejada en la creciente participación de la sociedad civil en los procesos de toma de decisiones políticas también legitima la sociedad capitalista. En el contexto político mundial, el concepto de la sociedad civil es una construcción política para enmascarar los fundamentos de la sociedad capitalista. El concepto "elimina" la clase de la sociedad y del análisis social, y considera al estado como neutro. De esta manera, la "lógica totalizadora del capitalismo", como Wood (2000: 284) escribe, está siendo reducida a "un conjunto de instituciones y relaciones entre un montón de otros" y esta reducción es el "carácter distintivo principal de la 'sociedad civil' en su nueva personificación". El discurso actual de la sociedad civil tiene que ser considerado como un ataque político a los intereses históricos de la clase obrera, definido como un proceso hacia la creación de una sociedad basada en los principios socialistas. Es la tarea de las fuerzas revolucionarias para mostrar la naturaleza de clase del discurso de la sociedad civil para revelar el carácter de clase del estado y forjar la conciencia de clase de los explotados y los oprimidos. El concepto de la sociedad civil es importante para la lucha contra el capital, ya que podría ayudar a reunir una gama diversa y amplia de movimientos sociales detrás de la bandera de la democratización de la sociedad capitalista. Para transformar esta lucha en un combate por la transformación social parece ser muy difícil debido a los intereses de clase contradictorios dentro y entre los movimientos sociales. Como afirma Petras (1997), "la política de identidad en el sentido de la conciencia de una forma particular de opresión por un grupo inmediato puede ser un punto de partida adecuado. Este entendimiento, sin embargo, se convertirá en una 'prisión de identidad' (raza o género) aislada de otros grupos sociales explotados a menos que trasciendan los puntos inmediatos de opresión y se enfrenta al sistema social en el que está inmersa". Aunque podría parecer que el discurso de la sociedad civil apunta a la democratización de la sociedad, mediante la introducción de conceptos relacionados a la pluralidad de las identidades el discurso ayuda, de hecho, a mantener la esencia de la organización no-democrática de la sociedad, es decir, su estructura de clases. Además, el discurso "de-conceptualiza" el capitalismo, por estar "dividiendo la sociedad en fragmentos, sin una estructura de poder que abarca todo" (Wood, 2000: 285). Una verdadera democratización de la sociedad debería significar su democratización económica. En el contexto de los debates continuos sobre las cuestiones de desarrollo, consideramos que el desarrollo "genuino" sólo puede tener lugar si esto implicaría una transformación social de la sociedad. De hecho, si el desarrollo se entiende como una mejora constante y estructural de las condiciones sociales de una parte cada vez mayor de la población mundial debería implicar una ruptura con la mercantilización de las necesidades sociales básicas de la población, como el agua, la salud y la educación. Si también apunta a un aumento cualitativo de la participación de la población en la toma de decisiones políticas y económicas, debe significar dar a las masas explotadas y oprimidas la propiedad, el control y la gestión de los medios de producción. El estado en la sociedad capitalista no puede ser reformado para "trabajar" en favor de las clases explotadas y oprimidas ya que es, en esencia, una agencia para promover el desarrollo de la sociedad capitalista, es decir, para mantener, profundizar y ampliar las relaciones de explotación y opresión. El concepto y el discurso de la sociedad civil podrían ser considerados como instrumentos en las manos de la burguesía porque enmascaran la función del estado en la sociedad capitalista. Aunque no consideramos que sea imposible para el estado a contribuir al cambio social, por un período de tiempo determinado y dependiendo de la correlación de fuerzas de clase dentro y fuera del estado, sin embargo, el proyecto revolucionario de transformación social no puede depender de ello, sino más bien que tenga que destruir el estado. Como comenta Lenin (1960: 299), "si el estado es un producto del cáracter irreconcilable de las contradicciones de clase, si es una fuerza que está por encima de la sociedad y que 'se divorcia más y más de la sociedad', resulta claro que la liberación de la clase oprimida es imposible, no solo sin una revolución violenta, sino también sin la destrucción del aparato del poder estatal que ha sido creado por la clase dominante y en el que toma cuerpo aquel 'divorcio'." 4. Referencias Adler, Max (1982), La concepción del estado en el marxismo, México, Siglo XXI Editores S.A. David, Miguel Limia (1998-1999), "Retomando el debate sobre la sociedad civil", Marx Ahora 6-7 (1998-1999), pp. 185-207. Fernández, José (2003), El despertar de la sociedad civil. Una perspectiva histórica, México, Oceano de Mexico, S.A. de C.V. Gold, David A., Clarence Y. Lo. 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